jueves, 10 de abril de 2014

AL SALIR DE LA CAVERNA

La tercera evaluación nos lleva hasta el siglo XVII, el Siglo de Oro, donde una obra de teatro resulta especialmente interesante: La vida es sueño, de Calderón de la Barca. El título ya nos da una pista de lo que en ella se desarrolla: la confusión ante la realidad circundante, que lleva al protagonista Segismundo a plantearse si es cierto o si tan sólo es un sueño lo que ha vivido.

Este argumento no es una novedad, sino que en realidad vuelve a plantearnos el dilema que ya el filósofo griego Platón desarrolla en su mito de la caverna, en el que unos hombres encadenados en una cueva consideran como verdad las sombras que desde allí pueden ver proyectadas en la pared (mundo sensible), mientras que la auténtica causa de lo observado (la hoguera y otros hombres que portan objetos variados, los cuales son el origen de las citadas sombras) se mantiene lejos de sus sentidos (el mundo inteligible), pudiendo ser alcanzado a través de la razón, o, en el caso de esta parábola, al ser uno de ellos liberado.

Ese prisionero liberado lo encontramos reflejado en nuestro Segismundo calderoniano, y también en otros personajes de ficción, como por ejemplo Alicia y esas maravillas que encontró a través del espejo siguiendo al conejo blanco. O en el mundo del cine con Neo, Truman y César, protagonistas de las peliculas Matrix (de los hermanos Wachowski), El show de Truman (de Peter Weir) y Abre los ojos (de Alejandro Amenábar), respectivamente (enlaces con los trailers en versión original).

Y es que los sueños no se descubren hasta que uno despierta...


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